Mucho antes de comenzar a hacer olas en el circuito de tenis profesional, Alex Eala era solo una niña con un sueño, a miles de millas de casa, entrenando en la prestigiosa Academia Rafael Nadal en Mallorca, España. Rodeado de talento de élite y luchando contra las presiones de la competencia de alto nivel, hubo momentos en que el peso se volvió demasiado, momentos en los que pensó en darse por vencido.

Uno de esos días llegó después de una dura serie de partidos de práctica. Frustrado, exhausto y cuestionando su propio camino, Alex se sentó solo al borde de la cancha, diríjase hacia abajo. Fue entonces cuando el destino intervino, en forma del propio Rafael Nadal.

Al verla allí, la leyenda española se acercó en silencio a ella. Sin fanfarria o discursos dramáticos, simplemente dijo:
“Lo que más importa no es cuántas veces caes. Es cuántas veces vuelves a subir”.

Esas palabras, tan simples pero poderosas, tocaron un acorde en lo profundo de Alex. En ese momento, Nadal no fue solo un 22 veces campeón de Grand Slam: era un mentor, un símbolo de resiliencia y alguien que realmente entendía la lucha. A partir de ese día, Alex llevó su mensaje con ella en cada partido, cada revés y cada momento de duda.
Ahora, una estrella en ascenso en el tenis femenino, Alex Eala acredita gran parte de su fuerza mental a los valores que le inculcan en la Academia Nadal: disciplina, humildad y la inquebrantable voluntad de seguir luchando. Ya sea que esté luchando en la cancha o enfrentando desafíos personales de ella, las palabras de Nadal siguen siendo su ancla.
Los fanáticos y los comentaristas a menudo elogian su talento y compostura más allá de sus años, pero detrás de ese equilibrio hay una historia de perseverancia. Es un recordatorio de que los campeones no solo nacen de ganar: se construyen a través del fracaso, la reflexión y el coraje de seguir adelante.
Hoy, cuando los jugadores jóvenes le piden consejo a Alex, ella transmite el mismo mensaje que Nadal una vez le dio.
Porque a veces, todo lo que se necesita es una oración, de la persona correcta en el momento correcto, para cambiarlo todo.