La noche romana se encendió con una ovación que sacudió el Foro Itálico: Jannik Sinner, el joven prodigio del tenis italiano, regresó a la pista central del Abierto de Italia y lo hizo con una victoria contundente y una energía que eclipsó cualquier controversia pasada. Luego de días marcados por la polémica penalización que lo obligó a retirarse anticipadamente del Masters de Madrid, Sinner volvió a casa. Y los fanáticos, lejos de reproches, lo recibieron como a un héroe.
Desde que se anunció que Sinner no participaría en la semifinal de Madrid por un problema físico, los rumores no tardaron en florecer: que si exageró la lesión, que si buscaba descanso estratégico antes de Roma, que si su equipo técnico tenía diferencias internas sobre la planificación. Algunos medios incluso insinuaron tensiones con los organizadores del circuito. Sin embargo, toda esa especulación se desvaneció con el primer intercambio de peloteos en Roma, cuando el italiano mostró que su juego sigue tan afilado como siempre.
El ambiente fue eléctrico. Con banderas tricolores, pancartas de apoyo y cánticos improvisados, el público no sólo celebró cada punto de Sinner, sino que también envió un mensaje claro: Roma está con él. Y Jannik respondió. Enfrentando a un rival complicado en la primera ronda, el número 2 del mundo no sólo dominó con su potente servicio y precisión milimétrica desde la línea de fondo, sino que también mostró una madurez emocional que dejó atrás cualquier sombra de duda.
Al finalizar el partido, Sinner se dirigió directamente a la tribuna principal, golpeándose el pecho con la mano mientras miraba al público con una mezcla de gratitud y determinación. “Gracias por estar aquí”, dijo ante los micrófonos en una entrevista breve a pie de cancha. “He pasado semanas difíciles, pero estar en casa, con ustedes, lo cambia todo”. Su voz, conmovida pero firme, contrastaba con el silencio de los días anteriores en los que evitó declaraciones directas sobre la controversia en Madrid.
La ATP, por su parte, ha tratado de bajar el tono respecto a la penalización previa, calificándola como una “decisión médica consensuada”, aunque varias fuentes cercanas al entorno de Sinner insisten en que hubo presiones internas y una falta de comunicación clara entre el equipo del jugador y los organizadores del torneo español. Sea como sea, la narrativa está cambiando, y Roma ha sido el catalizador.
En lo deportivo, este regreso marca un punto de inflexión en la temporada de Sinner. Con Roland Garros a la vuelta de la esquina, su actuación en Roma será fundamental para medir su estado físico y mental. El sorteo no es sencillo, con potenciales enfrentamientos ante rivales como Zverev o Alcaraz en rondas avanzadas, pero con el respaldo de su público y una energía renovada, el italiano parece más preparado que nunca.
Además, no es menor el simbolismo de que todo esto ocurra en Roma, en su tierra. En un circuito donde las figuras extranjeras dominan los titulares, la irrupción de un joven italiano con posibilidades reales de levantar un Grand Slam es una rareza que Italia abraza con orgullo. Las camisetas con el rostro de Sinner, los niños imitando su revés, y los titulares de la prensa deportiva local lo confirman: Jannik no es sólo un tenista, es el nuevo símbolo de esperanza del deporte nacional.
Así, entre ovaciones, jugadas magistrales y un aura de redención, Jannik Sinner vuelve a escribir su historia en el Abierto de Italia. Lo hace con el respaldo de todo un país y con la mirada puesta en mucho más que un trofeo. Esta vez, la cancha no solo es un escenario de tenis, sino también un campo de reivindicación personal. Y Sinner, bajo los focos de Roma, no parece dispuesto a desaprovechar su momento.
