A pocos días de que la temporada 2025 de la Fórmula 1 dé comienzo, una sombra inquietante se cierne sobre el paddock de Ferrari. Lewis Hamilton, el siete veces campeón del mundo que dejó Mercedes tras una relación de más de una década para unirse al equipo italiano, parece enfrentarse a un nuevo desafío que pocos esperaban. El Ferrari SF-25, el monoplaza con el que el británico debutará con la Scuderia, está generando titulares, pero no por las razones que los tifosi esperaban. Según fuentes cercanas al equipo y análisis preliminares tras las pruebas de pretemporada, el SF-25 no solo no representa el salto cualitativo que Hamilton ansiaba, sino que arrastra los mismos defectos problemáticos que hicieron de su última temporada en Mercedes una pesadilla. ¿Estamos ante el principio del fin para una de las leyendas más grandes del automovilismo?

El traspaso de Hamilton a Ferrari, anunciado el año pasado, fue recibido como un terremoto en el mundo del motor. Tras años de altibajos con Mercedes, especialmente después de la controvertida temporada 2021 y los problemas de rendimiento del W15 en 2024, el piloto británico buscaba un nuevo comienzo. Ferrari, con su historia gloriosa y su promesa de volver a la cima, parecía el destino perfecto. Los fans soñaban con ver al maestro de las pistas vestido de rojo, dominando como lo hizo en sus años dorados. Sin embargo, las primeras impresiones del SF-25 han apagado esas ilusiones con una realidad cruda: el coche no está a la altura de las expectativas.
Durante las pruebas de pretemporada en Bahréin, Hamilton fue visto saliendo del garaje con una expresión que decía más que mil palabras. Los ingenieros de Ferrari, que habían prometido un diseño revolucionario para competir con Red Bull y McLaren, parecen haberse topado con un obstáculo inesperado. Según datos filtrados, el SF-25 mantiene una característica crítica que plagó al Mercedes W15: una falta de estabilidad en las curvas de alta velocidad y una distribución de peso que compromete la tracción en las salidas. Estos defectos, que Hamilton criticó duramente el año pasado al calificar su coche como “inconducible en ciertas condiciones”, parecen haberse trasladado al nuevo monoplaza rojo como una herencia maldita.

Expertos en Fórmula 1 han comenzado a especular sobre qué salió mal. Algunos señalan que la llegada tardía de Hamilton al proyecto –firmó con Ferrari cuando el diseño del SF-25 ya estaba avanzado– pudo haber limitado su capacidad para influir en el desarrollo del coche. Otros sugieren que el equipo técnico de Ferrari, bajo presión para innovar tras años sin un título, optó por un enfoque conservador que recicló conceptos de Mercedes, equipo con el que históricamente han compartido ciertas filosofías aerodinámicas. Sea cual sea la razón, el resultado es un coche que, en palabras de un analista anónimo, “no es el gran paso adelante que Ferrari necesitaba, sino un eco de los problemas que Hamilton quería dejar atrás”.
El propio Hamilton, aunque diplomático en sus declaraciones públicas, no ha podido ocultar su preocupación. En una breve entrevista tras las pruebas, comentó: “Hay trabajo por hacer. El coche tiene potencial, pero necesitamos resolver algunas cosas”. Para los que conocen al piloto, esta moderación es una señal de alerta. Hamilton, un competidor feroz que no teme exigir lo mejor, podría estar enfrentándose a un déjà vu frustrante: otro año peleando con un monoplaza que no responde a su estilo de conducción preciso y agresivo. Los rumores en el paddock ya hablan de tensiones internas, con algunos ingenieros defendiendo el diseño y otros admitiendo que el SF-25 necesita ajustes urgentes antes del Gran Premio de Australia.
La afición de Ferrari, conocida por su pasión desbordante, también está empezando a inquietarse. En redes sociales, los tifosi han pasado de la euforia inicial por la llegada de Hamilton a un escepticismo palpable. “¿De qué sirve traer a un campeón si le das un coche mediocre?”, escribió un usuario en X, mientras otro añadió: “Esto es un desastre. Hamilton merece algo mejor que un Mercedes disfrazado de rojo”. La presión sobre el equipo es inmensa, especialmente porque 2025 marca el inicio de una nueva era para Ferrari con Hamilton como estandarte, pero el SF-25 podría convertir ese sueño en una pesadilla.
El impacto de este tropiezo va más allá de la pista. Hamilton, a sus 40 años, sabe que su tiempo en la Fórmula 1 es limitado. Cada temporada cuenta, y un coche poco competitivo podría significar otro año sin luchar por el título, un lujo que el británico no puede permitirse si quiere superar el récord de Michael Schumacher –otro ícono de Ferrari– y consolidar su legado. Sus rivales, como Max Verstappen y Lando Norris, ya han mostrado fortaleza en las pruebas con Red Bull y McLaren, lo que hace que el panorama sea aún más sombrío para el piloto de Stevenage.
Sin embargo, no todo está perdido. Ferrari aún tiene tiempo para realizar ajustes antes de la primera carrera, y Hamilton es conocido por su capacidad para sacar el máximo de un coche imperfecto, como demostró en sus primeras temporadas con McLaren. Los ingenieros del equipo han prometido trabajar día y noche para solucionar los problemas de estabilidad y aerodinámica, aunque el reloj corre en su contra. Si logran convertir el SF-25 en un contendiente, esta historia podría ser solo un susto pasajero. Pero si los defectos persisten, el debut de Hamilton con Ferrari podría convertirse en un capítulo amargo en su ilustre carrera.
Mientras el mundo del automovilismo contiene la respiración, una pregunta flota en el aire: ¿será el SF-25 el trampolín que lleve a Hamilton a nuevas glorias, o una lápida que marque el ocaso de una leyenda? Solo el tiempo lo dirá, pero por ahora, el sueño rojo de Ferrari y su nuevo héroe está teñido de incertidumbre. Los tifosi, los fans de Hamilton y los críticos estarán atentos a cada vuelta, esperando ver si este “desastre heredado” puede transformarse en un milagro sobre ruedas o si, por el contrario, el campeón se hunde en las sombras de su nueva era.