En un hallazgo que ha dejado boquiabiertos a arqueólogos y amantes de la historia por igual, los misterios de Zeugma, una antigua ciudad en lo que hoy es Turquía, han sido finalmente desvelados. Este sitio, olvidado durante siglos bajo capas de tierra y agua, ha emergido como un tesoro invaluable: mosaicos de hace 2200 años que ofrecen una ventana asombrosamente vívida al mundo del Imperio Romano de Oriente. Estas obras maestras, descubiertas en excavaciones recientes, no solo son un testimonio del arte sofisticado de la época, sino también de la vida cotidiana, las creencias y la opulencia de una civilización perdida.

Zeugma, ubicada a orillas del río Éufrates, fue en su apogeo un próspero centro comercial y cultural durante los siglos III y II a.C., bajo el dominio helenístico y luego romano. Sin embargo, su esplendor quedó sepultado tras invasiones y el paso del tiempo, hasta que en la década de 2000 las excavaciones, aceleradas por la construcción de una presa cercana, sacaron a la luz sus secretos. Lo que encontraron los arqueólogos superó todas las expectativas: más de 2000 metros cuadrados de mosaicos en un estado de conservación asombroso, con colores brillantes y detalles que parecen desafiar el paso de los milenios.

Entre las piezas más destacadas está el famoso mosaico de la “Casa de las Musas”, que representa a las nueve musas de la mitología griega en una escena de banquete. Cada figura está delineada con una precisión exquisita, sus túnicas fluyen con tonos de rojo, azul y oro que aún resplandecen. Otro hallazgo, el mosaico del “Rapto de Europa”, muestra al dios Zeus, transformado en toro, llevando a la princesa fenicia a través del mar, rodeado de criaturas marinas tan reales que parecen nadar fuera de la piedra. Estas escenas no solo reflejan la habilidad técnica de los artesanos de Zeugma, sino también su conexión con las historias y valores del mundo grecorromano.
Pero lo que hace que estos mosaicos sean verdaderamente extraordinarios es su capacidad para contar historias humanas. En las villas excavadas, se han encontrado imágenes de familias, comerciantes e incluso sirvientes, capturados en momentos cotidianos: una mujer tejiendo, un hombre ofreciendo vino, niños jugando. Es como si el tiempo se hubiera detenido, permitiéndonos espiar la vida de hace más de dos milenios. Los expertos creen que Zeugma era una ciudad cosmopolita, un cruce de caminos entre Oriente y Occidente, y estos mosaicos son prueba de su riqueza cultural y diversidad.
El descubrimiento ha reavivado el interés global por Zeugma, con planes para expandir las excavaciones y preservar estos tesoros para las generaciones futuras. Aunque parte del sitio quedó sumergido por la presa Birecik, lo que se ha salvado es suficiente para reescribir nuestra comprensión del Imperio Romano de Oriente. Estos mosaicos no son solo arte; son un portal a un mundo perdido, un recordatorio de que, incluso tras 2200 años, las voces de Zeugma aún resuenan con vida y color.