El fin de semana del Gran Premio de Australia 2025 quedará grabado en la memoria de los aficionados a la Fórmula 1 como el debut más esperado y, al mismo tiempo, el más decepcionante de Lewis Hamilton con Scuderia Ferrari. Tras más de un año de especulaciones y entusiasmo desbordado desde que el siete veces campeón del mundo anunció su salida de Mercedes para unirse al equipo italiano en 2025, la realidad en la pista fue un balde de agua fría para muchos. Sin embargo, mientras las críticas llueven sobre Hamilton –su edad, su actitud, su supuesto declive– sería injusto cargar únicamente al piloto con la responsabilidad de este desastre inicial. Ferrari, como equipo, tiene un papel crucial en este tropiezo, y los fallos expuestos en Melbourne sugieren que la lucha por el éxito será una batalla de dos frentes.

Desde el momento en que Hamilton pisó el paddock con el icónico rojo de Ferrari, las expectativas eran astronómicas. Un talento generacional, con 103 victorias y siete títulos mundiales, se unía a una escudería legendaria que ha estado hambrienta de un campeonato desde 2007. Los titulares prácticamente se escribían solos: ¿sería este el dúo que rompería récords y devolvería a Ferrari a la gloria? Sin embargo, el fin de semana en Albert Park pintó un cuadro muy diferente. Hamilton calificó en un modesto octavo lugar, mientras su compañero Charles Leclerc, un veterano en Ferrari, se aseguró un puesto en la segunda fila. En la carrera, las cosas no mejoraron: un problema en la estrategia de pits y un ritmo inconsistente dejaron a Hamilton en el puesto 11, fuera de los puntos, mientras Leclerc logró un podio.
Las redes sociales y los analistas no tardaron en señalar a Hamilton como el culpable. “A los 40 años, ya no tiene lo que se necesita,” escribió un usuario en X, reflejando un sentimiento creciente entre los detractores del británico. Otros apuntaron a su actitud, citando sus comentarios post-calificación donde admitió dificultades para adaptarse al coche: “Ha sido un proceso mucho más lento de lo que esperaba para sentirme confiado con el auto,” dijo a la prensa. “Si miras las curvas de alta velocidad, he estado detrás de Charles toda la semana.” Estas palabras fueron tomadas por algunos como evidencia de una falta de preparación o incluso de motivación, olvidando que el propio Hamilton también señaló que esperaba estar más adelante en su progreso con Ferrari.

Pero culpar solo a Hamilton es ignorar el panorama completo. Ferrari, como equipo, no estuvo a la altura de las circunstancias. Desde problemas en la configuración del coche –que según los ingenieros no se adaptaba al estilo de conducción agresivo de Hamilton– hasta una estrategia de carrera que dejó al piloto varado en tráfico durante demasiado tiempo, los errores del equipo fueron evidentes. Leclerc, con años de experiencia en el monoplaza rojo, parecía más cómodo, lo que sugiere que Ferrari aún no ha encontrado la fórmula para integrar a su nueva estrella. “No es solo el piloto,” comentó el ex piloto de F1 Nico Rosberg en Sky Sports. “Ferrari tiene que ajustar el coche y las estrategias para un conductor como Lewis, que viene de un entorno completamente diferente en Mercedes.”
El debut australiano también expuso tensiones internas. Los rumores de fricciones entre Hamilton y el equipo técnico comenzaron a circular cuando se vio al piloto discutiendo acaloradamente con su ingeniero de carrera tras la clasificación. Aunque Ferrari intentó minimizar el incidente, diciendo que era “solo pasión por mejorar,” la escena alimentó las especulaciones sobre una transición más difícil de lo esperado. Algunos expertos sugieren que la presión de tener a un campeón como Hamilton podría estar afectando la cohesión del equipo, que hasta ahora había girado en torno a Leclerc como su líder indiscutible.
A pesar de este comienzo desastroso, hay razones para no perder la fe. Hamilton tiene un historial de superar adversidades –recordemos su remontada en 2021 contra Max Verstappen– y Ferrari, aunque irregular, sigue siendo un equipo con recursos y talento. Sin embargo, para que esta asociación funcione, ambas partes deben dar un paso adelante. Hamilton necesita tiempo para dominar un coche que no fue diseñado para él, mientras Ferrari debe ajustar su enfoque para aprovechar al máximo las habilidades de su nuevo piloto. “Esto es solo el comienzo,” dijo Hamilton tras la carrera, con un tono que mezclaba frustración y determinación. “Sé lo que puedo hacer, y sé lo que este equipo puede lograr.”
El Gran Premio de Australia 2025 ha puesto a prueba la paciencia de los tifosi y la resiliencia de Hamilton, pero culparlo exclusivamente sería un error. Los fallos del equipo son tan responsables como las luchas del piloto, y el camino hacia el éxito –quizás incluso ese esquivo octavo título– dependerá de cómo Ferrari y Hamilton se sincronicen en las próximas carreras. El mundo está mirando, y la pregunta sigue en el aire: ¿podrá este campeón salvar su legado en rojo, o será este el principio del fin?