El 4 de marzo de 2025, una serie de misteriosos artefactos descubiertos recientemente en todo el mundo continúan desconcertando a los científicos, alimentando acalorados debates y teorías audaces sobre civilizaciones antiguas y posibles encuentros con extraterrestres. Estos objetos, desenterrados en sitios tan diversos como el desierto de Gobi en Mongolia, las selvas amazónicas de Brasil y las profundidades del mar Mediterráneo, desafían la clasificación tradicional y provocan una mezcla de asombro, perplejidad y especulación. Mientras continúa el análisis, los expertos están divididos entre la hipótesis de una tecnología olvidada de una civilización avanzada y la posibilidad de una intervención extraterrestre, mientras las redes sociales están inundadas de teorías conspirativas y visiones de un pasado oculto.

El primer artefacto, descubierto en octubre de 2024 en el desierto de Gobi por un equipo chino-japonés, es un objeto cilíndrico hecho de metal negro, que pesa alrededor de 150 kilos y mide 1,2 metros de largo. Inicialmente confundido con un meteorito, el objeto resultó estar compuesto de una aleación desconocida, que combina titanio, silicio y un elemento químico no identificado, detectado por primera vez por espectrómetros de la Universidad de Pekín. Las inscripciones grabadas en su superficie, formando complejos patrones geométricos, no corresponden a ningún alfabeto o símbolo conocido, ya sean jeroglíficos egipcios, cuneiformes sumerios o pictogramas precolombinos. “Estos patrones son increíblemente precisos, casi como si hubieran sido creados por una máquina ultra avanzada”, dijo el Dr. Li Chen, líder del equipo, en una entrevista con Xinhua. La datación por radiocarbono sugiere que el objeto podría tener 12.000 años de antigüedad, un período correspondiente al final de la Edad de Hielo, pero el análisis de ADN de residuos orgánicos encontrados cerca indica un origen no humano, lo que ha provocado una gran indignación.
Al mismo tiempo, buzos brasileños desenterraron en enero de 2025, frente a las costas de la Amazonia, una escultura de piedra negra de 3 metros de altura, que representa una figura humanoide con rasgos alargados y ojos desproporcionados, que parece llevar una armadura o un traje tecnológico. El objeto, bautizado como el “Guardián del Amazonas”, fue encontrado a 200 metros bajo la superficie en una región conocida por sus inusuales formaciones geológicas. Las pruebas realizadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) revelaron una composición pétrea mezclada con trazas de metales raros, similar a las del cilindro de Gobi. Los patrones grabados en la escultura, combinados con su ubicación bajo el agua, han llevado a algunos arqueólogos, como la Dra. Maria Silva de la Universidad de São Paulo, a sugerir que podría ser un artefacto de una civilización prehistórica avanzada, tal vez vinculada a las leyendas de los pueblos indígenas sobre “seres celestiales” que visitaban el área. Otros, sin embargo, han sugerido un origen extraterrestre, citando similitudes con descripciones de ovnis en informes de ufología.
Un tercer artefacto, descubierto en febrero de 2025 frente a las costas de Chipre por un equipo del Instituto Oceanográfico de Mónaco, es una placa de metal de 50 centímetros, grabada con circuitos electrónicos y símbolos luminosos que se activan esporádicamente bajo el efecto de una fuente de energía desconocida. Recogida a una profundidad de 1.500 metros, la placa ha resistido los intentos de análisis químico, pero las imágenes infrarrojas muestran patrones pulsantes que sugieren tecnología activa. “Es como si este objeto todavía estuviera ‘vivo’ o conectado a una fuente de energía lejana”, explica a France Info el doctor Pierre Duval, oceanólogo en Mónaco. Las dataciones iniciales indican una antigüedad de 8.000 años, pero los circuitos grabados recuerdan a tecnologías modernas, lo que ha llevado a algunos ingenieros, como los de la ESA, a especular que se trata de un artefacto de una civilización avanzada o de una inteligencia extraterrestre.
Estos hallazgos han dividido a los científicos. Algunos, como la profesora Hélène Moreau de la Universidad de París-Sorbona, sostienen que estos artefactos podrían ser producto de una civilización prehistórica poco conocida, tal vez una cultura avanzada que desapareció antes de las primeras civilizaciones sumeria o egipcia, que desarrollaron tecnología sofisticada antes de extinguirse. Otros, como el Dr. Ahmed Khaled, de la Universidad de El Cairo, rechazan esta hipótesis, diciendo que los materiales y diseños son demasiado avanzados para una época tan antigua, y apuntan a una posible intervención extraterrestre. “Estos objetos no corresponden a nada conocido en nuestra historia. “Podrían ser restos de una visita extraterrestre o de tecnología dejada aquí hace milenios”, dijo a Al Jazeera.
En las redes sociales abundan las teorías. Los hashtags #MysteriousArtifacts y #AncientExtraterrestrials dominan X e Instagram, con millones de visitas y debates animados. Los ufólogos y los teóricos de la conspiración afirman que estos artefactos podrían estar vinculados a accidentes ovni documentados en la década de 1940 o a bases extraterrestres submarinas, mientras que otros los ven como evidencia de civilizaciones humanas olvidadas, como la Atlántida o Mu. Gobiernos como China, Brasil y Francia han impuesto restricciones al acceso a los sitios, alimentando sospechas de un posible encubrimiento.
Los análisis en curso, realizados por equipos internacionales bajo los auspicios de la UNESCO, podrían llevar años, pero los primeros resultados, publicados por Nature, muestran similitudes entre los tres artefactos: una aleación desconocida, patrones geométricos complejos y energía residual detectable. Estos misteriosos artefactos continúan desconcertando a los científicos, dejando la puerta abierta a hipótesis sobre civilizaciones antiguas o encuentros extraterrestres, y prometen reescribir nuestra historia o sumergirnos en un misterio aún más profundo.

